Este año nos ha tocado una profesora que deja tarea todos los días, menos los viernes. El resto de la semana, sin excepción, mi hija llega a casa con una lista de deberes escolares con los cuales debe cumplir.
Para ser honestos, yo no le encuentro lo didáctico ni lo beneficioso a esta situación (y déjenme decir que estoy estudiando un posgrado en educación para que no se crea que hablo por hablar). Ya existen muchos dilemas al respecto y estudios que aseguran que el exceso de tareas escolares resulta ser contraproducente.
Recientemente Harris Cooper, prestigiado profesor de la Universidad de Duke declaró: "No hemos encontrado evidencia de que las tareas ayuden a los niños a ser mejor estudiantes".
Yo por mi parte alego que en realidad estos deberes consumen la mayor parte de la tarde de los niños restándoles tiempo de juego, sí, de juego que es el método más importante mediante el cual el niño realmente aprende. Muchos dirán:
-es que tu hija ya no es niña, ya está bastante mayor, ya no son niños de primero, está bien que se vayan acostumbrando...
¿acostumbrando a qué? a que le toque otro profesor que aplique la misma metodología. Puede ser que sea el único argumento aceptable, que se vaya acostumbrando a que no todo en la vida siempre es como lo deseamos, que a veces tendremos que lidiar con situaciones complicadas, que no todo es color de rosa y como aconsejan los expertos, que se vaya acostumbrando a desarrollar su tolerancia a la frustración, porque vaya que le frustra llegar con una buena carga de deberes y saber que no habrá tiempo para las muñecas, las barbies o la televisión, vaya que le frustra después de venir de dos años de trabajar con otra profesora que, claramente creía al igual que yo, que las tareas sirven de poco por lo cual rara vez les dejaba alguna tarea, y a la que criticaban algunas mamás, pues ¿cómo era posible que nunca dejara tarea? ¿luego con que entretenían las madres a sus chamacos?
Apenas llevamos dos semanas y media de clases y ya estoy notando la diferencia, por las noches estoy toda estresada porque no hemos podido encontrar tiempo de "echar la flojera", tantito las tareas de Constanza y tantito otras actividades que hemos tenido que realizar en estos días.
Para agregarle más leña al fuego, este año han recorrido la jornada escolar 20 minutos, parece poco pero esos minutos hacen toda la diferencia del día. Los niños salían 2:30 pm de la escuela, ahora salen 2:50 pm, y en lo que salen, chismean las mamás o verifican que traigan todos los apuntes, ya nos dieron las 3 de la tarde, y nosotros tenemos la escuela a unos cuantos pasos así que rápido estamos en casa, pero no imagino quienes tienen que desplazarse largas distancias a que hora empezarán con sus deberes.
Y eso que por ahora Constanza no hace actividades extra escolares, y eso que estoy todo el día en casa, y aún así muchas veces ya terminamos noche con toda la tarea. No imagino los malabares que tienen que hacer las madres y padres de familia que salen a trabajar largas jornadas y que ya llegan agotados a casa y tienen que llegar y revisar todo, o acompañar al niño hasta que termine. Ese es otro punto de alegata, me dicen que ya deje a mi hija sola, que ya está bastante mayor. La verdad no sé trata de que le ayude con las tareas, ni de que tenga que supervisar todo lo que hace, en efecto ya es una niña mayor pero no me parece adecuado irme a la cama y dormir mientras ella esta haciendo tarea, sobre todo porque estos días agitados hemos tenido que ir al pediatra con la bebé, a realizar pagos o ver asuntos nuestros y hemos tenido que llevar a Constanza con nosotros. Si mis asuntos la han retrasado con sus deberes, lo menos que puede hacer es sentarme a su lado y esperar a que termine para poder ir todos juntos a descansar, es simple solidaridad.
Hace unos días, en cuanto terminamos de comer salimos a realizar unos pagos, era una tarde lluviosa y a causa de esto, había mucho tráfico y se hacía tarde. Mi hija sabía que tenía mucha tarea así que se puso a llorar. Claro que se me partió el corazón pero no podía hacer nada para resolverle su problema. Lo único que pude decirle es que tenía dos opciones, dejar de llorar y no llevar la tarea, o calmarse y cumplir con su deber. Yo no podía decirle que yo haría su trabajo y que no se preocupara. Me escucho y me dijo que no quería que la regañaran, entonces le dije que ya sabía que opción debía elegir si no quería regaños.
Aunque no estoy de acuerdo con esta metodología, no me queda más que afrontarlo y verlo como un reto. Trato de acompañar a mi hija en esta nueva etapa, quiero ser guía, apoyo y compañía. No más. Es lo que podemos hacer como padres, no podemos evitarles las dificultades, simplemente podemos estar ahí para apoyarles y para recordarles que sí pueden, con uno y mil retos y en ocasiones es mi hija quién me recuerda que sí podemos.
¿Y a ustedes les gusta que les dejen mucha tarea a sus hijos?