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18 jun 2019

Despidiéndonos de primaria

Parece que apenas fue ayer cuando temerosos dejamos a Constanza a la entrada de la primaria. Me palpitaba el corazón al ver a todos esos niños tan enormes, tan mayores, con los que ahora mi bebé conviviría a casi diario.

Sí, parece que fue ayer cuando nos despedíamos del preescolar y con lagrimas en los ojos escuchábamos a los pequeños cantar: Volaré, volarás.

Yo no estaba tan conforme con la escuelita que nos había tocado, pero la que yo había elegido ya no tenía cupo. Y mira, sin quererlo, ahí se nos fueron los seis años completos. Me sentía tan perdida, veníamos de un preescolar dónde la comunicación entre padres y profesores era primordial, dónde a diario recogía a mi hija hasta la puerta del salón y la miss nos comentaba como había sido su día. Ahora ni siquiera conocía a la profesora y no estaba permitido el paso a las aulas. El cambio fue tan radical pero Constanza siempre se mostró tranquila, preparada para lo nuevo y no me quedo más que adaptarme a los nuevos ritmos, a la calma de mi hija y aprender de ella que estaba tan feliz.

Y me prometí cambiarla en cuanto pudiera, pero cuando menos me di cuenta, Constanza ya había formado lazos estrechos con sus compañeros, ya había hecho amistades y también ya se había ganado algunos corazones de los profesores. No hubo más remedio que respetar los procesos de mi hija y aceptar las cosas como venían. Y así se nos fueron ya seis años.

Ví a toda una generación crecer. Les cambio la voz, les cambio el cuerpo, les cambio la carita de niños. Ahora ellos son esos mayores que le abren paso a nuevos ºbebésº que están por llegar.

La nostalgia me invade cuando repaso una a una las fotografías que hemos hecho a lo largo de este proceso. Pienso que ahora tomarán caminos distintos, y se me parte el corazón al saber que se van a quedar atrás tantos momentos, tantos recuerdos, ahora cada niño tomará un rumbo distinto. Voy a extrañar tanto a muchos de los compañeritos de Constanza, a esas amigas con las que echo raíces mi hija, con las que compartió tardes de risas, de alegrías, de juegos y de sueños. Por las aulas se quedan sus pasos traviesos, sus risillas, y en los baúles esos juguetes arrumbados que ya no salen más, porque ahora prefieren otras tantas cosas, ahora tienen otras inquietudes, ahora la niñez ya se les va.

Ahora mientras escribo esto siento algunas ganas de llorar. Me encariñe con los niños, me encariñe con las mamás, y aunque se que algunas veces nos podremos volver a ver, reunirnos de vez en cuando, estoy consciente que nada ya será igual, a partir de aquí comienza una nueva etapa, otro cambio y nuevos retos que afrontar. No nos volveremos a parar en la primaria a esperar, no volveremos a estar todas por las mañana en la ceremonia, todas tomaremos rumbos distintos.

Sin embargo, quiero desearles lo mejor a todas y cada una de esas mamitas con las que compartí momentos inolvidables, y sobre todo a cada uno de esos pequeños les deseo lo mejor de la vida y del mundo. Que sepan afrontar con inteligencia cada reto nuevo que venga, deseo que no olviden que tienen a lado la mano de mamá, papá, la abuelita, que sepan escuchar los consejos de los adultos, que aprendan a distinguir entre lo bueno y lo malo de la vida, que jamás vean como enemigos a los adultos que los rodean, que vayan con cautela por el mundo, que se dejen guíar, que aprendan a escuchar. Deseo que cumplan todas sus metas, sus anhelos, que no se rindan, que no se den por vencidos. Que por dura que se ponga la vida, jamás lo dejen de intentar. Les deseo absolutamente lo mejor. No corran jovencitos, vayan despacio, no tengan prisa por crecer, la vida hace por si sola su trabajo, no hay necesidad de apresurarla. Espero verlos a todos en la cima de sus sueños.

Y ni hablar, para Constanza deseo lo mismo. Mi niña bonita, mi niña adorada. Quiero que sepas que jamas soltaré tu mano, que estoy aquí para afrontar los nuevos retos que vengan. No tengas miedo, no hay nada que no puedas lograr. Concentráte en las cosas importantes de la vida, en lo esencial. Aprende a distinguir en que vale la pena y en que no invertir tu tiempo. Preocupate por cultivar tu alma y tu corazón. Y procura ser siempre una persona de bien, de sentirte orgullosa de tus actos y de tu ser. También a tí, deseo verte en la cima de tus sueños.

Con cariño siempre, mamá Wendo.

20 may 2019

Festival de Día de las Madres

Acabo de vivir uno de los momentos más emotivos y emocionantes a lo largo de los seis años de primaria que lleva Constanza: el legendario festival del 10 de mayo (día de las madres en México).

Sí, muchas veces se ha cuestionado por qué hacer lo mismo año con año, generación tras generación. Y cercana la fecha, no faltan los memes sobre Denise de Kalafe y su ya tradicional canción "Señora señora". Y aunque pareciera que toda madre obligatoriamente tiene que vivir estos rituales muy mexicanos, ¡yo no había tenido dicho placer!

Desde que llegamos a la primaria, me tocaron algunos festejos como una clase masiva de zumba, en la que la mayoría de las mamás hicimos el ridículo intentando mover las carnes al ritmo del instructor, eso sí, fue muy divertido, no lo niego. En otra ocasión los pequeños nos dieron masajes y nos pintaron las uñas, todo al estilo de un spa en el que se trataba de convivir con los niños y de que ellos nos consintieran. Otro año más nos dieron un desayuno y nos llevaron mariachi, y así fueron la mayoría de los 10 de mayo, convivencias en las cuáles compartimos momentos con nuestros hijos.

Pero yo, que soy tan cursi, siempre me queje de no haber vestido a mi hija de china poblana, de adelita o de verla bailar un huapango. Todas esas cosas que recordaba haber vivido cuando niña en la primaria, no pude presenciarlas con mi hija. Así que cuando escuché que este año sí estaban organizando bailable y cuando nos dijeron que las niñas irían con su falda de rock and roll para bailar al mero estilo de los años 50, estallé de alegría y de emoción.

La felicidad se multiplicaba porque sabía que sería nuestro último 10 de mayo en la primaria, y que mejor manera de coronar este recuerdo, que con el mejor festival de todos los años. Además me invadió la nostalgia, pues Constanza en su último festival de día de las madres del kinder, también bailó rock and roll.

Además de bailar una canción de Vaselina, que sobra decirlo, ¿quién no ama la famosa película? también cantaron "We go togheter" de la misma película. Debo decirles que cuando Constanza escuchaba la canción en casa para ensayar, a mi me rodaban las lágrimas. 



Todos los grupos, desde primero hasta sexto, fueron vestidos en torno a la misma temática. Los profesores y directivos también fueron vestidos de acuerdo al tema. Colgaron por doquier discos de acetato y malteadas gigantes además de que había una rockola de globos. Había palomitas, refresco y helado para las mamás.




Reconozco y agradezco profundamente el esfuerzo que hicieron alumnos, profesores, directivos y hasta padres de familia para habernos regalado un festival tan especial. Sí, aunque no lo crean, las mamás somos así y amamos este tipo de eventos, sin importar si es año con año, si los niños bailan bien o no quieren sonreír, se trata de nuestros pimpollos y nada más emocionante y gratificante que ver a nuestro crío bailando para nosotros.

1 abr 2019

¿Escolarizar o no escolarizar? es la cuestión

Últimamente un tema muy "manoseado" en todos lados es la cuestión de cuándo pienso escolarizar a Isabel.


A mis casi 30 años y con un montón de sobrinos, con la mano en la cintura puedo asegurarles que en ese tema, nunca se tendrá contenta a la familia; que si el niño esta muy pequeño, su mala madre no lo quiere cuidar, pobrecito, se aburrirá, y mira la mamá podría cuidarlo pero es floja... que si el niño esta muy grande, para qué lo tienen en la casa, aburrido el pobrecito, necesita aprender y convivir con otros niños, la floja de la madre no se quiere levantar y llevarlo a la escuela. ¡En verdad! He oído ese tipo de comentarios una y otra vez, lo cual me ha servido para reforzar la idea de que Isabel se irá a la escuela cuando ambas estemos listas y cuando ambas decidamos.

Isabel tiene dos años y medio. No lo voy a negar, hay días en los que pienso que si ya fuera a la escuela, todo "podría ser mejor para ambas". Tendría bastante tiempo por las mañanas, podría hacer lo que me venga en gana con mi tiempo, podría enfocarme más en mi trabajo, ella estaría conviviendo con otros niños, quizá jamás se aburriría y estaría aprendiendo nuevas cosas. Sin embargo, eso último, me parece subjetivo: hay niños que van desde tempranas edades al colegio y saben lo que deben de saber para su edad, ni más ni menos. Isabel sin ir al colegio, ha aprendido algunas cosas de manera autodidacta: colores, números y algunas letras. Pero bueno, eso es otro tema.

Quizá estoy siendo un poco "egoísta" pues a final de cuentas, en muchas ocasiones suelo necesitar ayuda de mi mamá. Entonces, si alguien debería opinar sería ella y sin embargo, se que tome la decisión que tome, cuento con su apoyo incondicional.

Pero ¿por qué me niego a escolarizar a Isabel?

De entrada, me gustaría que mi bebé por lo menos tengo tres años cumplidos antes de ir a la escuela. Por lo tanto, ingresarla a la escuela en el próximo ciclo, no me convence. 

Me gustaría que cuando ella asista a una escuela, tenga la capacidad de platicarme cómo fue su día, qué le agrado de esa nueva etapa, qué le gusta y qué le disgusta de la escuela. 

Otro factor muy importante, es que una vez que iniciemos ese proceso, no habrá vuelta atrás. Si no me agrada, si me arrepiento, si hecho de menos mis mañanas con ella, no sería adecuado interrumpir ese proceso. Y ese proceso es inevitable, es decir, tarde o temprano debe llegar el momento, entonces ¿para qué adelantarlo?

Hoy tuvimos un día muy agitado en cuestión de trabajo, pasamos mucho tiempo en el carro y por un momento observe a Isabel y pensé si debía estar en la escuela, pero recordé que habrá toda una vida para ello, para esas rutinas de tener que levantarse temprano y cumplir con una asistencia por obligación, portar un uniforme y hasta tener deberes escolares. También pensé que así como hoy tuvimos una mañana agitada, hay mañanas tranquilas y deliciosas, en las que ambas podemos compartir unos momentos más en la cama. Y pensé que si hoy puedo darme ese privilegio, por qué no disfrutarlo y esperar pacientemente. 

Creo que como todo, la escolarización tiene sus pros y sus contras, ya escribiré un post sobre ello. Pero también creo que cada madre e hija/hijo tienen distintas necesidad y distintos ritmos, y cada decisión es respetable. Deberíamos respetar eses decisiones, y si queremos ayudar, entonces deberíamos acompañar sin criticar u opinar cuando no se nos ha pedido una opinión. 

6 sept 2017

Tarea y más tarea. Mi opinión respecto a el exceso de deberes escolares

Este año nos ha tocado una profesora que deja tarea todos los días, menos los viernes. El resto de la semana, sin excepción, mi hija llega a casa con una lista de deberes escolares con los cuales debe cumplir.

Para ser honestos, yo no le encuentro lo didáctico ni lo beneficioso a esta situación (y déjenme decir que estoy estudiando un posgrado en educación para que no se crea que hablo por hablar). Ya existen muchos dilemas al respecto y estudios que aseguran que el exceso de tareas escolares resulta ser contraproducente. 

Recientemente Harris Cooper, prestigiado profesor de la Universidad de Duke declaró: "No hemos encontrado evidencia de que las tareas ayuden a los niños a ser mejor estudiantes".
Yo por mi parte alego que en realidad estos deberes consumen la mayor parte de la tarde de los niños restándoles tiempo de juego, sí, de juego que es el método más importante mediante el cual el niño realmente aprende. Muchos dirán: 

-es que tu hija ya no es niña, ya está bastante mayor, ya no son niños de primero, está bien que se vayan acostumbrando...

¿acostumbrando a qué? a que le toque otro profesor que aplique la misma metodología. Puede ser que sea el único argumento aceptable, que se vaya acostumbrando a que no todo en la vida siempre es como lo deseamos, que a veces tendremos que lidiar con situaciones complicadas, que no todo es color de rosa y como aconsejan los expertos, que se vaya acostumbrando a desarrollar su tolerancia a la frustración, porque vaya que le frustra llegar con una buena carga de deberes y saber que no habrá tiempo para las muñecas, las barbies o la televisión, vaya que le frustra después de venir de dos años de trabajar con otra profesora que, claramente creía al igual que yo, que las tareas sirven de poco por lo cual rara vez les dejaba alguna tarea, y a la que criticaban algunas mamás, pues ¿cómo era posible que nunca dejara tarea? ¿luego con que entretenían las madres a sus chamacos?

Apenas llevamos dos semanas y media de clases y ya estoy notando la diferencia,  por las noches estoy toda estresada porque no hemos podido encontrar tiempo de "echar la flojera", tantito las tareas de Constanza y tantito otras actividades que hemos tenido que realizar en estos días.

Para agregarle más leña al fuego, este año han recorrido la jornada escolar 20 minutos, parece poco pero esos minutos hacen toda la diferencia del día. Los niños salían 2:30 pm de la escuela, ahora salen 2:50 pm, y en lo que salen, chismean las mamás o verifican que traigan todos los apuntes, ya nos dieron las 3 de la tarde, y nosotros tenemos la escuela a unos cuantos pasos así que rápido estamos en casa, pero no imagino quienes tienen que desplazarse largas distancias a que hora empezarán con sus deberes.

Y eso que por ahora Constanza no hace actividades extra escolares, y eso que estoy todo el día en casa, y aún así muchas veces ya terminamos noche con toda la tarea. No imagino los malabares que tienen que hacer las madres y padres de familia que salen a trabajar largas jornadas y que ya llegan agotados a casa y tienen que llegar y revisar todo, o acompañar al niño hasta que termine. Ese es otro punto de alegata, me dicen que ya deje a mi hija sola, que ya está bastante mayor. La verdad no sé trata de que le ayude con las tareas, ni de que tenga que supervisar todo lo que hace, en efecto ya es una niña mayor pero no me parece adecuado irme a la cama y dormir mientras ella esta haciendo tarea, sobre todo porque estos días agitados hemos tenido que ir al pediatra con la bebé, a realizar pagos o ver asuntos nuestros y hemos tenido que llevar a Constanza con nosotros. Si mis asuntos la han retrasado con sus deberes, lo menos que puede hacer es sentarme a su lado y esperar a que termine para poder ir todos juntos a descansar, es simple solidaridad.

Hace unos días, en cuanto terminamos de comer salimos a realizar unos pagos, era una tarde lluviosa y a causa de esto, había mucho tráfico y se hacía tarde. Mi hija sabía que tenía mucha tarea así que se puso a llorar. Claro que se me partió el corazón pero no podía hacer nada para resolverle su problema. Lo único que pude decirle es que tenía dos opciones, dejar de llorar y no llevar la tarea, o calmarse y cumplir con su deber. Yo no podía decirle que yo haría su trabajo y que no se preocupara. Me escucho y me dijo que no quería que la regañaran, entonces le dije que ya sabía que opción debía elegir si no quería regaños. 

Aunque no estoy de acuerdo con esta metodología, no me queda más que afrontarlo y verlo como un reto. Trato de acompañar a mi hija en esta nueva etapa, quiero ser guía, apoyo y compañía. No más. Es lo que podemos hacer como padres, no podemos evitarles las dificultades, simplemente podemos estar ahí para apoyarles y para recordarles que sí pueden, con uno y mil retos y en ocasiones es mi hija quién me recuerda que sí podemos.

¿Y a ustedes les gusta que les dejen mucha tarea a sus hijos?

Editada por Wendolin Vera. Con la tecnología de Blogger.