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20 feb 2019

Ni muy muy, ni tan tan

Sé que criar y cuidar de los hijos, es una tarea muy complicada y que a veces nos surgen muchas dudas. Si alguna ves te has sentido entre la espada y la pared, entre los consejos del pediatra y los de tu abuelita, la suegra o alguna conocida, leer esto te podría ayudar.  

Siempre fui enemiga de los remedios naturales, y nunca creí en esos remedios milagrosos de los que hablan las abuelas, como reventar las anginas, curar de empacho o desflemar. Me daba mucha risa cuando alguien me sugería ir con alguna curandera, no me reía abiertamente, eso sería grosero, pero me preguntaba cómo con tantos avances tecnológicos la gente podía seguir creyendo en muchas de esas cosas. 

Y sin embargo, hace poco, mi abuela vino a ver a mi hija, para "curarla" con uno de sus menjurjes y me dio un remedio casero para bajarle la fiebre a Isabel, que francamente me quedé atónita cuando comprobé que había funcionado.

Quiénes me leen frecuentemente o me siguen por las redes, sabrán que terminamos e iniciamos el año muy mal en cuestión salud, al grado de que Isabel estuvo internada por neumonía. La enfermedad parecía no terminar aún después de que la dieron de alta. La tos volvía y lo peor, los días con fiebre muy alta. Y ni hablar del dinero que gastamos en consultas, medicamento y el hospital, porque eso sí, la niña siempre estuvo atendida por un pediatra. Cuando parecía que todo iba bien la tos regresaba.

Ya nos habían dado bastantes consejos de pomadas que ponerle, de como arroparla, de que no debíamos sacarla pues después de la neumonía quedaban "sentidos", pero nosotros siempre nos hemos apegado a lo que digan los pediatras. Ignoramos eso de taparla mucho porque el pediatra dijo que arroparla tanto era dañino, sudaba y eso hacía que el aire le cayera mal, ignoramos eso de untarle pomadas porque luego sale contraproducente y hasta ignoramos eso de exagerar con los cuidados porque el doctor decía que la niña ya estaba curada, ah también ignoramos cuando nos sugirieron vitaminarla porque el pediatra dijo que por el momento no era necesario.

Pero cuando Isabel volvió a enfermar y además nos cobraron la consulta, que yo creo debió contar como revisión porque la niña nunca estuvo al cien, empecé a darme cuenta que ni el pediatra es Dios, y que aveces es bueno buscar otras alternativas. Era la tercera o cuarta vez que Isabel se enfermaba en menos de un mes, que tenía fiebre (38.9) y la tos no le cedía. Paracetamol, neumelubrina, motrín y febrax, parecían no tener efecto, y los baños y los trapos bajaban la fiebre momentaneamente pero al poco tiempo volvía a subir. Pensé que en cualquier momento llegarían las convulsiones y comenzaba a sentirme impotente. 

Una mañana salí a trabajar, mi mamá se quedó cuidando de Isa y cuando regresé ahí estaba mi abuela. -Vine a curar a tu niña, y no me lo vas a creer pero hasta la fiebre le bajo. 

Me explico que con un tomate le había limpiado las anginas y que la niña había vomitado mucha flema. Además me explicó que le puso manzanilla en el pecho y que no debía bañarla ni sacarla al menos en 24 horas. Y me dijo que si la fiebre regresaba, le pusiera una bolita de algodón con alcohol en el ombligo, pues de momento no podía darle baños. Llegó la noche y como siempre, la fiebre comenzaba a hacer su aparición. Rápidamente le puse la dichosa bola de algodón en el ombligo por unos cinco minutos, cuando le tome de nuevo la temperatura, la niña estaba en su temperatura normal, y yo francamente me sentí aliviada. Esa noche la pasamos sin fiebre. Lo creeran o no, quizá coincidencia después de tanto medicamento, pero la niña mejoro y al parecer, hemos dejado atrás la enfermedad. Al mismo tiempo, decidí darle vitaminas a Isabel por un tiempo, en lo que se fortalece su sistema inmunológico porque no hay nada más feo que pasar los días en el doctor, y encerrados porque hasta el más mínimo aire le hacía daño a la bebé.

OJO. Con esto no estoy diciendo que hay que ignorar a los pediatras y que las abuelas tienen toda la razón. Con esto quiero decir, que los pediatras también comenten errores. Y que a veces, pareciera que tanto medicamento ya ni hace efecto en los niños. Por lo tanto, he llegado a las siguientes conclusiones:

  • Busca diversas opiniones. Sí, hay veces que un pediatra no da con la solución, por inexperiencia o por falta de conocimientos así que es bueno consultar con otros doctores.
  • Usa tu sentido común. Lo repito, los pediatras también cometen errores, así que escucha tu lógica, cuando sientas que algo no esta bien, cree en ese sexto sentido que tienes. 
  • Antes de hacer caso de los consejos del vecino, investiga primero, pues hay remedios caseros que suelen ser tóxicos y muy peligrosos para los niños. 
  • Puedes tomar algunos consejos inofensivos para los niños: como no sacarla determinado tiempo de casa, arroparla con una franela, cubrirle siempre el pecho. Ese tipo de consejos que sabes que jamás pondrán en riesgo la salud de tu hijo, sobre todo esos que no tienen nada que ver con ingerir sustancias no aptas para los más pequeños. 
  • Trata de formarte un criterio propio. No es bueno seguir a ciegas los consejos de la abuela, ni tampoco seguir a ciegas los consejos del pediatra, no todos son "profesionales", descubrirás que como en todo, hay muchos médicos desactualizados o muy mal informados.


Así soy yo, ni muy muy, ni tan tan. Todo con medida, tratando siempre de buscar el equilibrio.

18 feb 2019

Quisiera arreglarte el mundo


Quisiera arreglarte el mundo para que cuando salgas allá afuera no tengas que saber de dolor, para que no tengas que enfrentar desencantos, maldad o reencor.

Quisiera repararlo todo e irme tranquila sabiendo que te he dejado en un mundo mejor. 

Pero no puedo. Lo más que puedo es arreglarme a mi misma todos los días. Y limpiarme las heridas, sacar de mi alma los sentimientos que puedan nublar mi razón, reinventarme todos los días y tratar de darte a diario lo mejor de mí. 

No puedo arreglar allá afuera nada, pero aquí adentro puedo arreglarlo todo. Para darte, no una gran mamá, pero sí una mamá feliz. Sí, ese es el mejor regalo que puedo darte todos los días; una mamá que despierte feliz y que pueda darte la mejor sonrisa, que te abrace con dulzura y que pueda guiarte. Una mamá que no se canse de decirte lo mucho que te ama, una mamá que pueda acariciarte, una mamá paciente que aprenda a escucharte, una mamá que con firmeza pueda enseñarte lo que está bien y lo que está mal en la vida. Una mamá que todo lo enseñe con el ejemplo, porque no hay nada más poderoso que el ejemplo. 

Quisiera que nunca tuvieras que conocer el lado malo de la vida o de las personas, pero eso es quizá imposible. Allá fuera el mundo es voraz. Y a mí sólo me queda amarte tanto, para llenar todo tu ser de amor, y que cuando llegue el momento en que tengas que salir, no dudes de ti, no vayas por ahí sintiéndote sola o vacía, para que no titubees cuando tengas que alejar de ti a las personas que se acercan con maldad, para que no lo pienses dos veces cuando sepas que hay personas que más vale la pena darles la vuelta, porque jamás las podremos cambiar.

Sí, puedo arreglarlo todo aquí adentro para que al menos cuando me vaya, tenga la gran satisfacción de saber que he criado a personitas que no saldrán a descomponerlo todo, porque te habré enseñado de principios y valores, porque te habré hecho tan feliz que no tendrás que salir a reclamarle nada a la vida.Es probable que habré logrado llenarte tanto el corazón que cuando salgas allá afuera lo tengas desbordante y solo sepas darle a los demás amor. 

Es probable que alguien allá fuera intenté romperte el corazón, es probable que lo logren y también que el mundo te decepcione, y a veces al igual que yo, no comprenderás cómo en este mundo hay cabida para la maldad. Pero también es probable que andando por el mundo, te encuentres con alguien que al igual que tú, haya tenido una madre con la convicción de que afuera no se puede arreglar mucho, pero que adentro se puede arreglar todo.

Porque estoy convencida de que somos una tribu, que allá afuera día a día hay muchos mamás reparándose día a día, reinventándose para regalar la mejor versión de sí mismas, abrazando, acariciando y criando con amor. Sé que te has de encontrar con esos hijos, y que será una cadena interminable. Sé que habremos logrado mucho, no arreglando afuera pero sí arreglando dentro.

5 nov 2018

Los maravillosos 2

Parece que fue ayer cuando yo estaba aún internada en el hospital, con toda la incertidumbre que trajo el nacimiento de Isabel, parece que apenas fue hace unos días cuando la contemplaba tan pequeña y aparentemente frágil a través de una incubadora, toda llena de cables, toda pequeñita y delgada, con un antifaz cubriéndole los ojitos extraviados, y yo con tanto miedo, unas veces acariciándola, otras veces guardándome las ganas para no lastimar su delicada piel o para no dejar mis bacterias cerca de ella. Unas veces llorando, otras veces sonriendo, con tantas ganas de llevarla a casa conmigo y a la vez con tantos miedos y dudas.

Pero que rápido creció, que rápido recuperó su talla y peso, y yo que no tenía prisas, yo podía contemplarla con toda la paciencia que aprendes a tener una vez que has sido madre de un bebé prematuro, no importaba si aún no se sentaba, si aún no se rodaba, si aún no caminaba, lo tendrá que hacer pensaba. Y no importaba si tenía tres meses y la gente se detenía a mirarla y exclamaban ¡que bonito recién nacido! Más tiempo para disfrutarla pensaba yo. 

Y ahora corre, brinca y canta. ¿Quién le ha enseñado a contar? ¿Tú le has enseñado las letras? Nada, yo no le he enseñado nada, y de eso son testigo mis padres y mis hermanas. Nada que no aprenda con el juego, con los vídeos, nada que no aprenda por su propia cuenta, otras cosas se las enseña su hermana mayor y otras tantas su tía madrina. Nos tomo por sorpresa el día que la escuchamos contar del 6 al 10 mientras jugaba con las fichas del domino, aún no cumplía los dos y ya había aprendido a contar del uno al diez, mi esposo y mi hermana rieron asombrados, no nos dimos cuenta en qué momento sucedió pero ya había memorizado muy bien la secuencia. Y de pronto, cuando tomábamos un libro y le preguntábamos qué número había plasmado, también los identificaba. Después la escuchamos decir el: A E I O U. Sí, para unos cosas fue a paso lento, pero para otras ha sido muy rápida y tiene una memoria que realmente me sorprende. 

Han llegado también los berrinches, que se acentúan con el tiempo. Desde muy pequeña, cuando algo no le parecía, se tumbaba en el suelo. He de confesarlo, nos causaba mucha risa su forma de hacer berrinche. Pero ahora que crece, no sólo se conforma con tirarse al suelo. ha de gritar, y es aquí dónde tenemos que trabajar para aprender a controlar estos episodios y que no se vuelvan una forma de "manipulación" constante.

Pero para serles franca, cuando Constanza fue pequeña, jamás escuché el termino "los terribles 2". Y ha decir verdad, no me parecieron terribles, creo que es más bien cuestión de enfoque y ahora que hemos llegado a este punto con Isabel, no quisiera etiquetar así esta maravillosa etapa, esta que siento como la última etapa que hay entre un tierno bebé y el niño grande cada vez más autónomo. Creo que en lugar de enfocarme en los berrinches y en lo negativo que esta nueva etapa pueda tener, quiero concentrarme en disfrutar lo poco que me queda de mi bebé, en esos pasitos chistosos, esas frases  que a veces no se entienden, esas tomas de biberón cada vez más esporádicas, esos bracitos que me buscan junto a uno voz llamándome mamá, esa ropa que cada vez parece menos de bebé. Sí, hemos llegado a los maravillosos 2, bien conscientes de lo rápido que se va la vida, viendo a Constanza ya como toda una señorita, y tratando de disfrutar a ambas.

Y seguido me preguntan que cuando pienso quitarle el pañal, o que si pienso mandar a Isabel a la escuelita. A veces ni respondo, porque yo misma se que no hay prisa de nada, que quiero tenerla todas las mañanas conmigo dando guerra, porque ya llegará el momento en el que forzosamente deba irse a la escuela, y tampoco tengo prisa porque deje el pañal, llegará el momento en el que le incomode traerlo y este preparada para avisar, como lo hizo su hermana, sin presiones y a su ritmo.

¡Bienvenidos maravillosos 2! No se vayan tan a prisa, deténganse un poco, déjenme abrazarlos, disfrutarlos y contemplarlos. Y gracias Universo, por el precioso regalo que son mis hijas, gracias por permitirme acompañar y guiar su camino, concédeme muchos años más para seguir el camino junto a mi familia.
Editada por Wendolin Vera. Con la tecnología de Blogger.