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23 dic 2020

Balance del 2020


Quién diría que cuando decidí llamarle al 2019 el año de la ruleta rusa, estaba algo equivocada y que 2020 venía con más estrepitosas curvas y sorpresas, ahí sí tuvimos que aventarnos con todo, con las manos arriba y los ojos cerrados ante un año totalmente incierto. 

2019 fue un año de altibajos, carencia, incluso enfermedad. Y aunque hubo muchos logros, los golpes emocionales fueron duros... pero 2020 nos tendría deparadas muchas más sorpresas.

Iniciamos 2020 con la inesperada partida de papá. Aún recuerdo cuánto nos aferramos a su vida, con cuánto anhelo mire al cielo y mientras recibíamos 2020 imploraba un milagro: salud para mi papá y verlo recuperarse de aquella enfermedad llamada Cáncer. Todas y cada una de las noches, dormía suplicando su mejoría, y creíamos y creíamos y creíamos que saldríamos adelante, cada día era una batalla ganada que alimentaba la esperanza.Y aún se me eriza la piel cuando pienso que papá lo intento, cuánto quiso aferrarse, cuando preguntó desconcertado si era todo, cuando bese su frentesita tibia por última vez y cuando bese su frentesita convertida en un tímpano de hielo. Y aún parece mentira conformarme con besar una fotografía suya. 

14 de enero de 2020. Ahí estábamos, enfrentándonos al peor de nuestros miedos, viendo a papá dentro de una caja, mientras nuestras lágrimas cubrían el cristal sobre su rostro. Así empezábamos 2020, con tanta melancolía, nostalgia y un silencio abrumador sobre nosotros. Cada mañana era gris y los suspiros se hacían eternos. 

Febrero. El primer cumpleaños de mamá, que vivíamos con la ausencia de papá. Y el cumpleaños de papá que ya no llegó. 

Marzo. La pandemia que azotó al mundo tocaba las puertas de nuestro país, iniciando así la cuarentena (que sabrá Dios cuando vaya a terminar). El mundo se estremecía, se asustaba, todo parecía caos y miedo. Pero yo estaba tan ensimismada en mis emociones que apenas percibía lo que pasaba en el exterior. Parecía que el mundo se congraciaba con mis emociones y todo se tornaba incierto, entonces la vida se detuvo, como si tuviera un poco de compasión de mi caos interno y mandara un caos mundial. 
La gente enloquecía porque no podían salir, porque había que quedarse en casa, porque parecían perdidos sin las plazas, los cines o los centros de entretenimiento. Pero nosotros hacia semanas que no teníamos ganas de nada, no nos importaba, no estaba en nuestros planes nada de lo que en esos momentos nos parecía algo superficial. Y hasta sentí alivio de no tener que llevar a Coni a la escuela, era algo que hacía papá y de pronto parecía complicado adaptarme a hacer las cosas que hacía él. Y no nos dábamos a basto. Así que cuando el mundo paro, yo descanse y agradecí. 

Pero en verdad tenía miedo, y lo tuve cuando Edgar enfermo de covid, y cuando yo sentí que enfermaba y mi cuerpo colapsaba como respuesta ante tantas noches de insomnio.

Pero en contraste a la pérdida de mi papá, económicamente fue un año mejor que el anterior, un año en el que aunque para muchos fue de crisis, yo encontré una manera de generar ingresos desde casa, junto a mis hijas, fue un año de abundancia en otros aspectos. Hubo mucho trabajo para cada integrante de mi familia, fuimos bendecidas con eso. Fue un año de unión, conecté mucho más con mamá y con mis hermanas. Creo que hemos crecido bastante, hay armonía en el hogar de mamá, y amor. 

Después mi hermana nos sorprendió con la noticia de que tendría un bebé. Aquella noticia llegaba como un rayo de luz en medio de la tormenta. Pero no, las sorpresas no paraban e inesperadamente perdería a su bebé. Otro golpe más a nuestros corazones y a nuestras emociones. Aún sentimos la nostalgia por ese angelito que sabrá Dios por qué no pudo llegar. 

Y se acerca Navidad. Recelosas esperamos la fecha, esperando que logre reinar la felicidad a pesar de nuestras pérdidas. 

Y a pesar de todo, siento gratitud por sabernos con trabajo, con salud, en unión, por sentir que estamos creciendo, por ver a mis niñas bien, por ver a mi madre tan fuerte, por los proyectos en puerta, porque sé que aunque papá físicamente no está, siento que nos bendice desde el cielo y se que estará profundamente orgulloso de ver cómo hemos salido adelante, de cómo han llevado mi madre y mis hermanas este barco a flote.

No creo que sea momento de reprochar. Creo que es momento de aprender y escuchar lo que el mundo nos grita. Creo que el humano es profundamente egoísta y soberbio, creo que no quiere aprender la lección que nos está dando la vida, no queremos detenernos y escuchar porque es doloroso aceptar que aveces estamos equivocados. 

2020, nada te debo y nada me debes, estamos en paz. Has sido nuestro gran maestro. 

Te despido con gratitud, sin nada que reprochar. Siempre te he de recordar cómo un año que marco mi vida y a la humanidad. Nos dejaste claro que de un momento a otro la vida cambia, pues nada está escrito.

Recibo 2021 con la firme convicción de que vienen grandes cosas para mi familia y para mí. Este año tuvimos que ser fuertes, toca ser intensamente felices el año que entra. 

Gracias 2020, papá nos enseño que no hay que reprochar, siempre es mejor agradecer. 

2021 te espero con los brazos abiertos

20 ago 2020

Tips para un regreso a clases en la nueva modalidad

Se avecina un nuevo ciclo escolar. Todo un desafío pues seguimos con la educación a distancia y esto representa un reto tanto para los alumnos, como para los padres de familia e incluso docentes y autoridades educativas.

Para los padres de familia, esta nueva modalidad educativa representa un reto, muchos deben hacer malabares para poder atender las necesidades de más de un hijo sin desatender las obligaciones del hogar, otros deben salir a trabajar y no pueden detenerse a enseñar, otros tantos carecen de paciencia y no se sienten capacitados para enseñar y es que no debemos olvidar que la docencia es una carrera para la que profesores se han preparado.

Para los niños y jóvenes es complejo dedicarse al estudio lejos de sus amigos, de la escuela, un espacio que suponía una distracción o un refugio para algunos niños.

Para todos se presenta un escenario desafiante, pero es nuestro deber de nosotros los adultos, poner el ejemplo e incentivar a los niños y jóvenes a iniciar su ciclo escolar de la mejor manera a pesar de que las circunstancias no sean las que hubiéramos deseado.

Recordemos que los niños son esponjas que todo absorben. Esta nueva normalidad es la realidad y no hay forma de cambiarla, no queda más que abrazarla y aceptarla. Por ello a continuación te doy alguno tips para iniciar este ciclo escolar con el pie derecho.


1. Actitud positiva

Evitemos comentarios negativos en especial frente a los niños. Quitemos palabras como:

¡Qué estrés! ¡No puedo! ¡Qué feo que otra vez iniciaremos el ciclo escolar en casa!

Los niños son muy receptivos y absorben las emociones que les transmitimos.

Podemos utilizar frases cómo:

¡Es emocionante iniciar un nuevo ciclo! ¡Sí puedo! ¡Me gustan los desafíos! ¡Trabajaremos en equipo para que todo sea más fácil!


2. Espacios organizados

Será de gran utilidad poder acondicionar un espacio de la casa para las horas de estudio. Si no dispones de mucho espacio, bastará con tener una adecuada organización del material escolar que van a requerir, que todo esté a la vista y a la mano. En el tianguis puedes encontrar objetos que sean de utilidad para organizar y separar.


3.Niños incentivados


No olvides recordarle a tu hijo lo capaz que es. Puedes dejarle una nota al iniciar el día, un pequeño chocolate o algún detalle que lo haga feliz y lo motive a iniciar con alegría el día. Premien su esfuerzos y sus logros.


4. Horarios establecidos


Aunque estén en casa, es importante tener horarios establecidos y marcar rutinas, despertar a tiempo para poder desayunar y estar despejados antes de iniciar las clases. Las rutinas siempre resultan de gran ayuda para cumplir con los objetivos diarios y llevar todo en orden.


5. Refrigerios a la mano


Si son demasiadas horas de clase, será bueno tener agua a la mano, y un refrigerio listo para que nuestro niño pueda pausar un momento y saciar su hambre.


6. Ayúdate de la tecnología


Son muchas las herramientas que hoy podemos encontrar en la red para poder ayudar a nuestros niños en su aprendizaje. Sin duda es momento de que nosotros también comencemos a familiarizarnos con la tecnología para poder ser apoyo de nuestros estudiantes. Existen aplicaciones que puedes descargar en el celular para reforzar el aprendizaje de los niños, blogs y turoriales que te ayudarán a comprender mejor la tecnología y páginas web con mucha información a la mano que serán excelentes fuentes de bibliográficas para sus trabajos.


Estamos viviendo tiempos distintos, pero que pronto superaremos, así que arriba el ánimo y ¡Feliz regreso a clases!


27 may 2020

Papá se fue al cielo... y la tristeza tocó a mi puerta

2019 y 2020 quedarán marcados para siempre en mi vida. No sé que venga en 2020, pero estoy segura que la herida que se ha abierto, tardará años en cicatrizar, si es que un día lo hace.
Creo que en muchas ocasiones les escribí sobre papá. El primer amor de mi vida, y mi ángel protector de siempre. Si con algo privilegió esta vida a mis hijas, fue con mis padres, abuelos excepcionales. Así pues mi papá siempre jugó un papel muy importante y activo en nuestras vidas; ir por Constanza a la escuela, jugar con Isabel, paseos, comidas y obsequios para las niñas. No hubo nada que mi padre no les brindara a sus nietas: tiempo, afecto, recursos, etc. Siempre procuró su bienestar.

Y justo cuando la vida parecía tan perfecta, cuando me sentía tan plena y estaba convencida de que nada nos faltaba, la enfermedad tocó a nuestras puertas. Papá se veía mal, y en el fondo creo que todos sabíamos lo que se venía.

Un frío noviembre dieron el temido diagnóstico, papá tenía cáncer. Desde aquel día nada volvió a ser igual. La noticia desmoralizó a mi padre, y la tristeza tocó a las puertas de mi hogar, venía dispuesta a instalarse, para sabrá Dios cuándo irse. Desde aquel día, la casa de mis padres, el hogar que algún día nos vio crecer, se pintó de miedo, nostalgia y preocupación. Iniciamos la batalla, aunque resultaba difícil pues creíamos que papá se estaba dando por vencido antes de tiempo. Fue increíble el cambio de mi padre, en una semana era otro ser totalmente distinto. No comía, sólo dormía. poco a poco el genio le iba cambiando, ya no era el señor alegre que algún día fue.

La doctora dijo que la enfermedad de mi padre era totalmente controlable: leucemia mieloide crónica. Dijo que con el tratamiento adecuado mi padre podría vivir más años. Pero papá parecía vencido. No quería comer, cada día estaba más delgado, por la noche dormía con el ventilador encendido, aunque afuera estuviera helando. El semblante le iba desmejorando y cada vez se veía más débil.

En casa se respiraba un aire de tristeza. Era mitad de diciembre y ni siquiera habíamos terminado de poner el árbol de navidad. Todo se volvía incertidumbre. Para ese mes papá ya había estado internado en el hospital, tenía una insuficiencia renal. Un doctor nos había dicho que no le daba más de dos años de vida, no sabíamos si hacer caso del optimismo de la doctora o del realismo del doctor. Era fácil decir que papá no estaba poniendo de su parte, no eramos nosotras las que estábamos en su lugar, las que padecían los síntomas, las que se sentían mal.

Llegamos a enero. Pensamos que papá había mejorado, pero por un paso hacia delante, se venían dos hacia atrás.

Una noche me dijeron que papá quería hablar conmigo. Sentí un fuerte dolor de estomago. Al entrar a la recámara, pude notar que mamá y mis hermanas lloraban. Lo primero que dijo fue:

-Tú tienes que echarle muchas ganas por tus hijas. No voy a salir de esto, mi cuerpo está muy deteriorado.
Ya no me lleven más al médico, no sigan gastando en algo que no tiene remedio.
Tienen que ser unidas, una manada.
No reprochen nada, mejor agradezcan los años que tuvimos, fueron algunos muy buenos.

Wendy no publiques en facebook que perdí la batalla.-Todas nos reímos en ese instante-

Nos contempló, y exclamó: "mis niñas".

Las tres estábamos ahí junto a él, al pie de la cama. Yo no podía llorar, no quería, no quería que me viera sufrir, quería darle serenidad, Acaricié su cabecita y le agradecí todo, le dije que lo amaba mucho al igual que mis hijas, y que ellas lo extrañarían mucho. 

Esa noche no pude dormir. Un ataque de ansiedad me invadió por la noche. Lloré mucho. Al día siguiente papá respiraba, yo pensaba que su cuerpo seguía dando batalla.

Un 10 de Enero, en pleno cumpleaños de mi hermana menor, papá tuvo una hemorragia en la nariz. Como no había nadie en casa más que yo y mis hijas, pensé que se trataba de un pretexto que mi padre utilizaba para no comer. La única que podía hacerlo comer era mi hermana menor y aún no llegaba. 

Llego mi hermana la mediana, le pedí que le insistiera a mi papá para que comiera. NO tuvo éxito, por el contrario comprobó que la hemorragia no le paraba y llevaba poco más de un par de horas así, por lo que de inmediato llamó a la ambulancia. 

Llegó el paramédico. Dijo que podía estabilizarlo sin necesidad de ir al hospital, pero esta vez papá pidió ser llevado al hospital. Ese día tampoco lo olvidaré. Cuando Edgar llegó y vio la ambulancia, entró a casa con el semblante palidecido. Estaban preparando a papá para llevarlo al hospital. Acababan de llegar amigos de mi hermana para pasar con ella su cumpleaños. 

En la puerta yo cargaba a Isabelita, junto a mi estaban Constanza y mi hermana menor Alma, afuera, junto a mi padre estaban mi hermana Melina y mi madre. Nos quedamos contemplando como se llevaban a papá en una camilla. No lo sabíamos pero esa era la última vez que papá salía de la casa.

Eso fue un viernes por la noche. Un lunes, 14 de enero, acababa de regresar de recoger a Constanza de la escuela. Estábamos comiendo, mi mamá y mi hermana menor estaban el hospital con papá. Yo traía prisa, quería que fuéramos a ver a papá. Iba a servir el arroz, cuando recibí una llamada del hospital, era mi hermana, me dijo que en cuanto pudiera me fuera para el hospital, pues la doctora quería hablar con nosotros. No hacían falta más palabras. Sabía exactamente a lo que tenía que ir al hospital. El hambre se me fue. Espere a Edgar para que nos llevara al hospital. 

Cuando salí, mi hermana menor había venido por mí. Estaba llorando. Salimos enseguida al hospital.
Para serles sincera, hubiera preferido más intimidad. Estaba lleno ya de familia. Justo en ese momento, todos querían ir a despedirse de mi padre. Yo sólo quería llegar y acurrucarme junto a él y a mis hermanas. Aguardamos el momento prudente para estar mis tres hermanas solas junto a él. Le dije lo mucho que lo amaba y cuan agradecida estaba por habernos dado una infancia tan feliz. Él sólo asentía con su cabecita y los ojos cerrados. Lo bese mucho. También le dije que aunque lo amábamos no queríamos verlo más sufrir, así que si había llegado su tiempo, podía irse tranquilo. 

Constanza no paraba de llorar. Ella y mi hermana menor eran quienes más me partían el corazón. Victoria, la menor, no se movía de su lado, se quedaba recostada junto a la camilla, acariciando el brazo de papá, de sus ojitos jamás cesaron las lagrimas. 

Después de estar toda la tarde y ya que era noche, me regresé a la casa con mis hijas y mi hermana Melina. Mamá y Victoria se quedarían con papá. Regrese a casa tan triste, con la esperanza de ver a papá en la mañana.

Nos fuimos a dormir. Apenas conciliaba el sueño cuando fuertemente golpearon la puerta de mi cuarto. Ya sabía lo que me dirían. Sentí un nudo en la garganta. Era mi hermana, para avisarme que papá acababa de fallecer. Se fue al hospital con Edgar, yo aguardaría a mamá para ir más tarde. A las cinco de la mañana me bañe. Ya no pude dormir.

Mi hermana menor vino a dormir un poco, y mamá a bañarse y cambiarse de ropa. Ayude a mamá a seleccionar ropa para papá. 

Nos fuimos al hospital. Ahí estaba papá, los ojitos cerrados con cinta adhesiva, envuelto en una sabanita blanca con los brazos cruzados, su cabecita cubierta con otra sábana blanca, como un muñequito dormido. Que dolor ver su cuerpo inerte, que dolor saber que ya no despertaría más. La imagen más triste que ha de acompañarme hasta el fin de mis días. Me acerqué a besarle la frente. Increíble que ese cuerpo fuera el mismo que acababa de besar unas horas antes, toda calidez se había escapado, ahora era un tímpano de hielo. Lloré en su pecho. Mi muñequito bello, repetí. Ahí aguardamos unas horas hasta que estuvo listo el certificado de defunción.

Nos fuimos a la casa, a esperar a que el cuerpo fuera llevado a la funeraria. Cuando entre, y vi a mi papi en una caja, sentí un vértigo, sentí desmayarme, pero siempre conservé la cordura y la fortaleza, aunque por dentro estuviera deshecha.

Edgar y yo fuimos a comprarle flores a papá, pero cuando regresé a la funeraria, el lugar estaba repleto de flores. Me dio alegría, aunque no deje de pensar ¿por qué esperamos hasta ese momento para demostrar el afecto? ¿por qué no le enviaron todas esas flores cuándo papá dio aviso de su enfermedad?, ¿por qué no se reunieron todos a verlo cuando aún era tiempo?, seguro que le habrían inyectado otro ánimo. Sí, hubo mucha gente, muchas flores y muchísimas muestras de afecto. 

Sí, a quién más admiro hoy es a mi madre, y le estaré infinitamente agradecida toda la vida pues no escatimo en recursos para tratar la enfermedad de papá, en medicamentos, especialistas, estudios, en nada. Gasto hasta el último centavo con la esperanza de recuperar la salud de mi padre, y aún en sus últimos instantes, siguió sin escatimar, todo con tal de que papá tuviera una muerte tranquila, sin sufrimiento, un buen morir. Es una fregona en todos los sentidos de la palabra, no pidió nada a nadie, y eso le permitió llevar el control de todo, decidir que era lo mejor, el dónde, cuándo y cómo respecto al funeral, respecto a todo. 

Aquí estoy intentando pintar mis días nuevamente que se empañaron de gris. Caminando con una nube gris que empaño todo lo que un día vi en colores brillantes, preguntándome si algún día volveré a ver la vida igual.

Aquí estoy suspirando mil veces, añorando el pasado, extrañando a papá. Aquí estoy con el dolor de la ausencia, el silencio infinito y las mil preguntas de Isabelita que aún no alcanza a comprender el significado de la palabra "Morir" o "fallecer". 

Aquí estoy, reconstruyendo mi vida, intentando avanzar, aunque hay días en los que me siento como barco a la deriva, perdida, sin saber si voy o vengo, sin saber que de mi será.

Aquí estoy, recordando siempre a papá.

PD. Este texto lo escribí hace algunos meses, cuando incluso no tenía ganas ni de publicar. Hoy, creo que el tiempo ha hecho su trabajo, el dolor jamás se va pero s se diluye el sufrimiento, jamás te acostumbras a la ausencia, pero aprendes a vivir con ella. Poco a poco las cosas recobran el color, no el mismo, pero todo se empieza a acomodar. 
Editada por Wendolin Vera. Con la tecnología de Blogger.