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20 ene 2014

Paciencia, cuestión de paciencia


Paseábamos en un mercado, la noche en que llegaban los reyes magos, ya sabes, un mercado de esos de puros juguetes que se ponen en esa temporada del año, y en los cuales no es inusual encontrar cachorros en venta. De pronto llamó mi atención un señor que traía en brazos a unos pequeños gatitos. 

¿En cuánto los estará vendiendo? me pregunte asombrada pues gatitos hay muchos en la calle (pasa lo mismo con los perros sin embargo es mas común que la gente compre perros), pero mayor fue mi sorpresa cuando a lado de ellos había un letrero que decía: "se regalan". Sentí ternura y me extraño que hasta ese momento la gente no se los hubiera llevado. Lo confieso, me sentí atraída por aquellas criaturitas que buscaban hogar, sin embargo seguí mi camino. Pero entonces comencé a pensar que quizá seria una gran idea adoptar a alguno: le haría compañía a Sabrina, juntos jugarían, los gatos son muy limpios, muy auto-suficientes, no son muy demandantes, no se orinan por todos lados, en fin, encontré mil y un pretextos para adoptar a un gato. A mamá no le pareció tan sensacional la idea, de hecho dijo estar en desacuerdo. 

Regresamos a donde los gatitos y una muchacha ya traía en brazos a una hermosa gatita blanca, que en comienzo me había gustado para adoptarla, pero quedaba otra gatita negra y con manchitas. Mamá negaba con la cabeza mientra mi hermana le rogaba cual niña pequeña aferrada a un juguete, mamá fastidiada aceptó dejando claro que ella no se haría responsable en ningún aspecto de la gatita e hizo énfasis en decir que todo seria nuestra responsabilidad. Llegamos a la casa muy felices con el nuevo miembro de nuestra graaaan familia de mascotas, y entonces nos dimos cuenta de que la cosa no seria nada fácil: el primer gran error que cometimos fue llevar inmediatamente la gatita pequeña junto a nuestra gata Sabrina para que se conocieran, pensando ingenuamente que este sería un bonito encuentro y sin embargo lo que obtuvimos es que la gata grande gruñera, evidentemente la actitud agresiva me dio miedo y opté por llevarme a la gatita.

 Lucrecia comenzó a ladrarle despavoridamente y cuando se la acercábamos para que la oliera, inmediatamente la quería morder... Oh no! Los animales en principio no la aceptaban. Sabrina apenas me olía las manos y me gruñía, aunque ya no tuviera a la gatita y cuando pretendía tocarla me aventaba rasguños, mordidas o se alejaba rápidamente. Sí, Sabrina parecía estar muy molesta conmigo. Esa noche ni siquiera quizó dormirse en mi recamara y paso muchos días lejos de mi. También fue una noche difícil para Lucrecia pues se la paso ladrandole a la gatita. Preocupada por la violenta reacción de mi gata Sabrina me puse a buscar en internet acerca de la convivencia  entre gatos y la venda se callo, comprendí que yo estaba haciendo mal las cosas.

Los gatos son sumamente territoriales y cuando otro gato llega, hacen que el que ya estaba en casa, sienta invadido su territorio. Leí que los gatos son territoriales desde tiempos ancestrales y que llevaba mucho tiempo y se requería paciencia para que estos se adaptaran y aceptaran al nuevo inquilino, también leí que nunca debías mostrar el nuevo gato ante el gato residente, es preferible que este intuya la presencia del nuevo felino por medio de su olfato y de principio es necesario no hacerle mimos al nuevo gato frente al gato residente. Entonces caí en la cuenta que la presentación de la gatita a la gata mayor fue algo violenta y muy abrupta. 

Los días siguientes me la pase intentando acercarme a Sabrina, intentando mimarla pues al principio no se dejaba, leí que en esos momentos era importante darles mucho amor a nuestros gatos para que no sintieran que el nuevo gato les robaba el cariño de sus amos, que seria normal que la gata en principio le gruñera y le diera manotazos al nuevo gato así que decidí  no regañar a Sabrina cada que le gruñía a la gatita o cada que le quería pegar. 

La adaptación entre Lucrecia y la gatita, aunque suene increíble, fue la más fácil, comprobando que es totalmente falso decir que perros y gatos no se llevan. Pasaron tal vez dos días y Lucrecia dejo de ladrarle y buscaba a la gatita para jugar, pero era muy brusca y  muy pesada, tuvo que aprender a medir su fuerza. No se si Lucrecia adoptó a la gatita como su hermana o como su hija, pero ahora pasan mucho tiempo juntas, duermen juntas, y cuando Sabrina quiere hacerle algo a la gatita, Lucrecia inmediatamente va en defensa de la gatita a ladrarle. La verdad es que este par me da mucha ternura y mi perrita me hace sentir orgulloso por lo amorosa que resulta ser. 


Sabrina parece mas acoplada, la he visto jugar con la gatita un par de veces y ya deja que yo le haga mimos. El otra vez la llevé a mi recámara para que se durmiera conmigo aunque estuviera la pequeña, y como no tuvo mas opción, durmieron en la misma cama.

En fin, es una locura hacerse  cargo de todas mis mascotas. Estos son mi feliz familia:

Lucas, Odie, Lucrecia, Sabrina, una tortuga y ahora nuestra nueva minina.

Feliz inicio de semana!
Editada por Wendolin Vera. Con la tecnología de Blogger.