Constanza, mi Constanza se hace mayor, poco a poco su niñez se va apagando dejando paso a una hermosa señorita de la que estoy profundamente orgullosa. ¿Qué les puedo decir yo que soy su mamá? No es perfecta, y estaría muy errada de pretender que así fuera, sólo quiero que sea una mujercita feliz, completa y libre.
No hay plazo que no se cumpla, dicen por ahí y ha llegado el momento en que Constanza ha decidido mudarse a su recámara... así sin más, no puedo decir que “sin presionarla” porque seguramente sí ejerció presión las constantes opiniones de los demás que decían que ya estaba muy “grande” para dormir con nosotros, sin embargo, mi consejo fue siempre hacer odios sordos e irse cuando estuviera lista. En mi cama siempre será bien recibida pues no hay delicia más grande que dormir acurrucada a los hijos.
Pero no sólo hemos dado fin al colecho, lleva algunas semanas demostrando lo responsable y madura que puede ser una niña de 10 años. Cansada de que mamá la despertara tarde y de andar corriendo por las mañanas, ella programa su alarma, se despierta y se levanta sola, se arregla y baja por su desayuno. La veo todas las noches apresurándose al baño, se pone la pijama y deja todo alistado para la mañana siguiente: su uniforme completo, calcetas, zapatos y el horario. Lo único que me pide es que la peine y eso porque yo le insisto pues siento que cuando ella se peina parece que no lo hiciera jaja
Eso sí, unos minutos antes apresura a papá para que la lleve a la escuela y nos exige llevarla con puntualidad pues no le gusta llegar tarde.
¿A qué es una niña maravillosa verdad? Además no tengo que decirle que haga la tarea, ella llegando de la escuela sabe que debe cambiarse el uniforme y realizar los deberes escolares. De pronto cuando tiene dudas me pide que le ayude o que le explique las cosas. Eso sí, aveces se aferra a que lo que le explico no es válido pues su maestra lo enseñó de otra manera.
La verdad me causa un profundo orgullo y gran admiración. Creo que los hábitos que se forjan hoy, difícilmente cambian mañana y estoy segura que esa disciplina y ese sentido de la responsabilidad que hoy muestra, la llevarán a conquistar sus metas.
Mientras tanto hoy mi hija me pone el ejemplo y veo los frutos de educar en amor, límites y responsabilidades.
No todo está dicho y sin duda aún tenemos mucho que aprender, tanto ella como nosotros sus padres, pero seguiremos esforzándonos por ser cada día mejores.
¿La fórmula mágica? No la hay, y tampoco se si gozaremos de la misma suerte con Isabelita jaja pero si quieres un consejo: crianza respetuosa, principios de crianza con apego, límites claros, mucho amor y suprimir el maltrato en cualquiera de sus tipos.
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