La Semana Santa es una de las celebraciones más importantes para los cristianos. Inicia con el domingo de Ramos, y culmina con el domingo de Pascua de Resurrección.
Desde que tengo memoria, esta celebración ha sido muy esperada por mis hermanas y yo. Y todo porque en la pequeña comunidad dónde vive mi abuelita, se llena de festividades en estas fechas. Durante toda la semana hay feria y el pueblo participa en la representación de la Pasión de Cristo.
Cuando niñas, esperábamos ansiosas estos días para que nos dieran una paseo por la feria, ya de adolescentes también disfrutábamos la feria por la noche. Y lo mismo Edgar, para él estos días eran de vagancia y diversión junto a sus amigos. Curiosamente, ahora de adultos y casados continuamos con esa tradición. Cada año, si es que no salimos de vacaciones, invariablemente asistimos a la feria desde muy temprano, disfrutamos (en realidad de niñas, lo sufríamos) el espectáculo de la crusificción de Jesús y llevamos a las niñas a la feria.
Siempre creí que viví muy de cerca estas festividades. Y sin embargo, nunca había escuchado nada del conejo de Pascua. Por eso, hace algunos años, cuando vi que Instagram se llenaba de huevos de colores y conejos, no pude evitar preguntarme:
¿De qué me he perdido?
¿Por qué no había escuchado de un Conejo?
¿De que se trata todo esto?
La curiosidad me llevo a investigar y a encontrar una bonita leyenda. Supongo que jamás había escuchado de ella, porque en cada comunidad las tradiciones son distintas. Sin embargo, esta tradición me ha gustado tanto que la quiero adoptar para con mis hijas.
Y la leyenda dice así:
Cuando metieron a Jesús en el sepulcro que les había dado José, había dentro de la cueva un conejo escondido, que muy asustado veía cómo toda la gente entraba, lloraba y estaba triste porque Jesús había muerto.
El conejo se quedó ahí viendo el cuerpo de Jesús cuando pusieron la piedra que cerraba la entrada y lo veía y lo veía preguntándose quién sería ese Señor a quien querían tanto todas las personas.
Pasó todo el día y toda una noche, cuando de repente vio algo sorprendente: Jesús se levantó y dobló las sábanas con las que lo habían envuelto. Un ángel quitó la piedra que tapaba la entrada y Jesús salió de la cueva ¡más vivo que nunca!
El conejo comprendió que Jesús era el Hijo de Dios y decidió que tenía que avisar a todo el mundo y a todas las personas que lloraban, que ya no tenían que estar tristes porque Jesús había resucitado.
Como los conejos no pueden hablar, se le ocurrió que si les llevaba un huevo pintado, ellos entenderían el mensaje de vida y alegría, y así lo hizo.
Desde entonces, cuenta la leyenda que, el conejo sale cada Domingo de Pascua a dejar huevos de colores en todas las casas para recordar al mundo que Jesús resucitó y hay que vivir alegres.
En la actualidad, algunas personas acostumbran regalar huevos de colores y de chocolate. Algunas familias esconden huevos para que los niños los busquen. Al parecer los niños se divierten mucho buscando huevos y regalos que les ha dejado el conejo de Pascua.
¿Ustedes celebran esta tradición o al igual que yo, no la conocían?
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