Con la llegada de mi pequeña hija Isabel a nuestras vidas, me he negado a querer buscar trabajo fuera de casa, por mucho que haya puestos con "horarios flexibles". Lo viví mientras hacía mi servicio social, el horario de cuatro horas era en realidad muy flexible y sin embargo, el tiempo real fuera de casa terminaba siendo más, entre los traslados y el tráfico de algunos días, terminaban siendo entre 7 y 8 horas fuera de casa. Y si a eso le sumabas el tiempo que había que invertir en preparar las cosas para el día siguiente, y el cansancio con el que se regresa a casa, el panorama muchos días se pintaba caótico.
El servicio social lo terminé más de fuerza que de ganas, porque me negaba a dejar a Isabel, que era una bebé tan pequeña, en otras manos que no fueran las mías, aunque sabía que en casa estaba mejor cuidad que en cualquier otro lugar.
Una vez terminado el servicio social decidí quedarme en casa e intentar trabajar desde mi hogar peeeeeero no ha sido nada sencillo. Nadie se toma en serio el trabajo en casa, ni mi esposo. Todos piensan que estás en casa sin "nada que hacer" y entonces quieren de tu tiempo en todo momento. Muchas veces estoy en medio de un escrito, cuando mi marido llega y quiere que salgamos inmediatamente o que esté junto a él. Necesito cambiar de estrategia o moriré en el intento y me incorporaré a una oficina, pues me agobia que todo el tiempo haya distracción en casa, que me hablen a cada rato y no me dejen concentrar, y que hasta ahora no haya podido ver resultados.
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