24 mar 2018

Luna de tres


Aprovechando que nuestro aniversario acaba de ser, quería desempolvar este post que ya tenía un año archivado en mi lista de "borradores" y así revivir ese primer viaje que hicimos en familia.

Desde meses anteriores a la boda llegaban las preguntas y los consejos de todo el mundo respecto a si Constanza debía acompañarnos a nuestra luna de miel. En realidad nosotros nunca pedimos la opinión de nadie, apreciamos los consejos pero la decisión ya estaba tomada.

Hace 11 años, cuando decidí darle un "sí" a la vida, lo hice con la firme convicción de que cambiaría mi mundo, en es momento estaba aceptando que sería madre y no por unos días ni unas horas sino por siempre y para siempre, y eso incluía cargar con mi hija a todas partes.

Que no sería lo mismo la luna de miel, que ¿cómo encargaría al hermanito? ja (hoy ya saben que sí se pudo encargar), que no nos divertiríamos, etc etc. Si hubiera querido seguir con mi vida de soltera no hubiera elegido el camino de la maternidad. Además las personas no comprenden que para nosotros la diversión no lo era ni lo es si no es junto a nuestras hijas y era probable que si decidíamos no llevarla, al poco rato de estar lejos, la preocupación nos hubiera  ganado, la angustia no  nos habría dejado disfrutar y a cada instante hubiéramos pensado que todo hubiera estado mejor con la compañía de nuestra hija.

Desde antes de casarnos, Edgar y yo platicamos muchas veces sobre viajar y siempre coincidimos que era más divertido hacerlo con nuestra hija. Ella y ahora Isabel, son  parte de nuestros días  y no las cambiamos por nada. Con esta firme convicción siempre dijimos que Coni nos acompañaría a nuestra luna de miel, que se convirtió en una hermosa luna  de tres.

Emprendimos la aventura a un estado  cercano de nuestra ciudad para pasar unos días de relajación, chapoteo y  contacto con la naturaleza. Fue nuestro primer viaje como familia y lo disfrutamos mucho. Si hoy volviera tres años atrás y de nuevo tuviera que elegir si irme de luna de miel o luna de tres, elegirá mi luna de tres porque la disfrutamos mucho, y momentos entre Edgar y yo siempre hemos encontrado.





23 mar 2018

3er aniversario de Boda... y ¡el 9o del Blog!


Hace unos días recordaba el día de nuestra boda, no puede evitar recordar que por la mañana andaba en busca de mi ropa interior. Sí, así como soy, no podía ser que todo estuviera listo y perfectamente organizado horas antes de la boda. Todavía tenía un montón de cosas que hacer y andaba corriendo en busca de la ropa interior de novia. Mientras en casa me esperaba la maquillista ya muy desesperada amenazando que en cualquier momento se iba si yo no aparecía. Apenas llegué corriendo. Ya habían maquillado a todos en casa, sólo faltaba yo. Cuantos estrés hubo previo a la boda, desde los desacuerdos en la casa de Edgar y los múltiples pleitos que el y yo tuvimos, pero al final todo resultó como yo lo había soñado:

El altar repleto de gente, mi vestido perfecto, la gente que más amo rodeándonos con su cariño y Edgar y yo felices. Al momento de la fiesta decidí olvidarme de todo y enfocarme a disfrutar mi fiesta. Que si los meseros, que si la comida, que si los lugares... todo me dejo de importar, y sí, podían juzgarme de descortés pero es que la boda fue un sueño que se pospuso tanto y costó tanto llegar a ese día que no iba a preocuparme por los desperfectos que se pudieran suscitar en ese momento.

Me senté a disfrutar la comida que yo había elegido para ese día, a escuchar la música que tocaba el chico que amenizaba el banquete. Y también quería bailar y bailar y así lo hice. Mi marido estaba estresado pero yo no, ese día no estaba dispuesta a preocuparme por lo que estaba fuera de mi control. Y puedo calificar ese día como uno de los más felices de mi existencia. El comienzo de una historia que a diario construimos. Y este año ha sido maravilloso, tenemos tantos planes y tantas sorpresas que ya les iremos platicando.

Mientras tanto estoy feliz de cumplir nuestro tercer aniversario y muy agradecida con mi marido y con la vida por permitirme esta historia de amor.


¿Y saben que acabo de descubrir? Que el 21 de Marzo pero del año 2009 escribí el primer Post de este blog. No es por casualidad que ame tanto esta fecha, y bueno, ahora sé que la fecha de mi boda es también aniversario del blog.


1 mar 2018

Razones por las cuáles amo el mes de marzo

Ya llegó uno de mis meses favoritos, el calorcito ya se deja sentir y podemos irnos despidiendo de las chamarras, los abrigos y los guantes. Mi casa es un congelador durante el invierno, y nada más de andar gateando, Isabel se ponía como tímpano y empezaba con escurrimiento nasal. Que envidia me daba ver las publicaciones de las mamás que viven en tierras calientes, con sus bebés en puro pañalero y descalzos disfrutando su infancia como debe ser. Y en cambio aquí, hasta tres capas de ropa había que ponerle a Isabel y apenas si tenía movilidad para poder jugar. Pero ya no más... el calor ya viene con toda su fuerza.


Razones para amar marzo

Es el mes de la primavera, y con ello tengo un buen pretexto para disfrazar tiernamente a mi bebé.

En este mes podemos comenzar a sembrar una gran cantidad de flores, frutos y verduras. Sí, es la época ideal, y tengo algunas semillas que ya quiero ver crecer.

La ropa más coqueta es la de esta temporada: vestidos, shorts y faldas. Me acabó de dar una vuleta al centro comercial y estoy enamorada de toda la ropa de primavera ¡Dios, es tan preciosa!

Las plantas florecen y los árboles reverdecen, todo tiene un hermoso color.

Es una época perfecta para disfrutar paletas heladas y aguas frescas.

Bye bye gripe, al menos en mi caso

¡Habrá vacaciones de semana santa!

Es el mes de la mujer

Ah y otra que me encanta, me encanta... es el mes de nuestro aniversario de boda.

¿Y a ti te gusta Marzo?
la mayoría de las fotografías fueron tomadas de la red

28 feb 2018

El parto que no fue


Cuando recuerdo el nacimiento de Isabel a menudo lo pienso cómo el parto que no pudo ser... ¿quién diría que puede haber partos tan no planeados, partos que se salen de control?
Cuando me embaracé de Isabel, mi segundo embarazo, estaba dispuesta a disfrutar todo lo que no disfrute 10 años atrás, a olvidar los miedos que me apabullaron como primeriza, a gozar a plenitud de un momento tan único y tan efímero a la vez. Ahora tenía la madurez que no se puede tener a los 17 años, estaba acompañada de mi pareja y quería que él al igual que yo disfrutara cada cambio de mi cuerpo, de ver crecer al bebé y disfrutar sus movimientos.

Todo era una aventura, todo queríamos planearlo perfectamente. Ya habíamos decidido el hospital donde iba a nacer, el mismo donde nació Constanza pues el trato me había parecido muy cálido y no tenía queja del ginecólogo ni los pediatras. Contaban con el personal al adecuado para llevar un parto y para atender a un bebé. Comenzábamos a pensar en el baby shower, mi mamá y yo deseábamos alquilar algún lugar y Edgar proponía que fuera en casa. Ya habíamos empezado a preparar el ahorro para pagar el parto, estábamos en tandas por aquí y tandas por allá para tener todo el dinero listo al arribo de Isabel y cuando parecía que todo iba viento en popa, empezaron a detectarme la presión arterial alta. No dimensionaba la gravedad de las cosas y no creí que pudiera desembocar en un parto muy muy prematuro.

Cuando el director general de la clínica donde me atendía me advirtió que de no normalizarse mi presión todo podría acabar en una interrupción del embarazo, me pareció algo exagerado y fatalista. Después de todo yo me sentía de maravilla ¿por qué tendría que llegarse a tan graves consecuencias? Y muy honesto me dijo que me recomendaba arreglar mis papeles de seguridad social pues de continuar con el mismo estado, mi bebé sería de alto riesgo y ellos no contaban con el equipo suficiente para atender una emergencia de esa talla. Y aunque me parecía que estaba exagerando las cosas, no lo dudamos y fuimos a darme de alta a la clínica más cercana del seguro social. Catalogaron mi embarazo de alto riesgo e inmediatamente me mandaron a realizar estudios diversos y una clínica de gineco obstetricia. ¡Ya no llegue! a ninguna de las citas... ni a la más cercana que era una semana después. Tan sólo dos días después de haberme dado de alta, me puse muy mal y me tuvieron que llevar a urgencias.

Seis meses y medio... 29 semanas... no había crecido mi barriga lo suficiente, no supe lo que era ya no poder cortarme las uñas o agacharme por el tamaño de mi barriga, ni sentir con intensidad los movimientos de Isabel, apenas sí eran perceptibles sus pataditas, no supe de la fatiga de ya no aguantar la barriga, de los pies cansados, y una vez más no supe de contracciones.

Qué caprichoso es el destino. Y que amargas me parecen las horas previas al nacimiento de mi bebé. Y cada que visitamos al pediatra en aquella clínica dónde me pensaba aliviar, siempre recuerdo como todos mis planes cambiaron. Y aunque al final todo valió la pena, y tengo un enorme agradecimiento con la vida, con Dios y con el personal que atendió a Isabel, siempre recuerdo todo como el parto que no pudo ser.

La imagen puede contener: una o varias personas e interior

24 feb 2018

Una niña que me llena de orgullo

Constanza, mi Constanza se hace mayor, poco a poco su niñez se va apagando dejando paso a una hermosa señorita de la que estoy profundamente orgullosa. ¿Qué les puedo decir yo que soy su mamá? No es perfecta, y estaría muy errada de pretender que así fuera, sólo quiero que sea una mujercita feliz, completa y libre.

No hay plazo que no se cumpla, dicen por ahí y ha llegado el momento en que Constanza ha decidido mudarse a su recámara... así sin más, no puedo decir que “sin presionarla” porque seguramente sí ejerció presión las constantes opiniones de los demás que decían que ya estaba muy “grande” para dormir con nosotros, sin embargo, mi consejo fue siempre hacer odios sordos e irse cuando estuviera lista. En mi cama siempre será bien recibida pues no hay delicia más grande que dormir acurrucada a los hijos. 

Pero no sólo hemos dado fin al colecho, lleva algunas semanas demostrando lo responsable y madura que puede ser una niña de 10 años. Cansada de que mamá la despertara tarde y de andar corriendo por las mañanas, ella programa su alarma, se despierta y se levanta sola, se arregla y baja por su desayuno. La veo todas las noches apresurándose al baño, se pone la pijama y deja todo alistado para la mañana siguiente: su uniforme completo, calcetas, zapatos y el horario. Lo único que me pide es que la peine y eso porque yo le insisto pues siento que cuando ella se peina parece que no lo hiciera jaja

Eso sí, unos minutos antes apresura a papá para que la lleve a la escuela y nos exige llevarla con puntualidad pues no le gusta llegar tarde.

¿A qué es una niña maravillosa verdad? Además no tengo que decirle que haga la tarea, ella llegando de la escuela sabe que debe cambiarse el uniforme y realizar los deberes escolares. De pronto cuando tiene dudas me pide que le ayude o que le explique las cosas. Eso sí, aveces se aferra a que lo que le explico no es válido pues su maestra lo enseñó de otra manera.

La verdad me causa un profundo orgullo y gran admiración. Creo que los hábitos que se forjan hoy, difícilmente cambian mañana y estoy segura que esa disciplina y ese sentido de la responsabilidad que hoy muestra, la llevarán a conquistar sus metas.

Mientras tanto hoy mi hija me pone el ejemplo y veo los frutos de educar en amor, límites y responsabilidades.

No todo está dicho y sin duda aún tenemos mucho que aprender, tanto ella como nosotros sus padres, pero seguiremos esforzándonos por ser cada día mejores.

¿La fórmula mágica? No la hay, y tampoco se si gozaremos de la misma suerte con Isabelita jaja pero si quieres un consejo: crianza respetuosa, principios de crianza con apego, límites claros, mucho amor y suprimir el maltrato en cualquiera de sus tipos. 

¿Ustedes quieren compartirme sus historias? 

Me encantaría leerlas: wendolin.vera@hotmail.com

Editada por Wendolin Vera. Con la tecnología de Blogger.